El número de las ovejas

El faro de César Vidal 



El número de las ovejas
César VIDAL
Lo dijo Virgilio que, aparte de ser uno de los poetas más extraordinarios de la Historia universal, estaba dotado de un saber casi teológico como demuestra que Dante lo escogiera para acompañarlo por el infierno y el purgatorio.

La frase en concreto era «Lupus ovium non curat numerum», lo que significa «el lobo no se preocupa del número de las ovejas» y se interpreta en el sentido de que, puesto a hincar el diente para satisfacer sus apetitos, a los depredadores no les importan las ovejas que dejan por el camino sino si se quedan lo suficientemente satisfechos.


Me ha venido a la cabeza la afirmación de Virgilio reflexionando en algunos de los acontecimientos de las últimas horas. Primero, el presidente de una sociedad de gestión es detenido por las fuerzas del orden al aparecer empantanado en una trama de sociedades paralelas que, presuntamente, se lo llevaban crudo en cifras millonarias. Luego, una ministra y sus papis se aprovechan de un lugar público al que no tienen el menor derecho y encima tenemos que soportar las quejas chulescas de la beneficiaria. Acto seguido, el presidente de RTVE anuncia su dimisión porque se ha descubierto que el ente ha contratado para la realización de unas tareas externas a una compañía presidida por su hijo.  Finalmente, la policía investiga la sede de las facturas falsas del Ayuntamiento socialista de Sevilla.


Así, a bote pronto, y como cuatro botones de muestra, hay que reconocer que no está nada mal como cuadro del país en que vivimos y pagamos impuestos. 

Y entonces, como si se tratara de un torbellino incontenible de imágenes, me he acordado de los créditos que cierta caja catalana le perdonó a Montilla; y de los contratos que el Gobierno nacional-socialista de Cataluña firmó para subvencionar estudios sobre la concha brillante o las aves esteparias catalanas; y del escándalo multipartidario del Palau; y de los conciertos económicos vasco y navarro; y de las partidas destinadas a la Memoria Histórica que, en su inmensa mayoría, no van a desenterrar cadáveres sino a sindicatos y a fundaciones de partidos políticos para los más diversos y extravagantes programas; y de los más de doscientos mil liberados sindicales sin ocupación útil conocida; y de las pensiones de oro de los legisladores que no oleremos ni por el forro los que las costeamos; y del gasto incontrolado de unas CCAA que, salvo en el caso de Madrid, no parecen conocer el concepto de techo del gasto y de tantos conceptos más.

Pienso en todos estos ejemplos y me digo que si todo ese dinero que ha salido en fabulosas cantidades de las arcas de empresas, familias y particulares hubiera podido ser usado por los que lo han ganado honradamente, ahora no sufriríamos esta crisis. Incluso es posible que tuviéramos alguna universidad española entre las cien primeras y, desde luego, podríamos mirar de igual a igual a las naciones norteñas.

Pero el caso es que el dinero nos lo vienen sacando de los bolsillos desde hace décadas y ha ido a parar a infinidad de terceros insaciables y, por regla general, impunes.

Y, recordando a Virgilio, yo me pregunto si el problema consiste en que los españoles son muy ovejunos y, desgraciadamente, a los lobos no les importa el número de las ovejas cuando se ponen a dar bocados.
 

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